A medio siglo del asesinato de Giácomo Matteotti -uno de los crímenes más horrendos que registra la historia política contemporánea y sin duda entre los que primero conmovieron la conciencia del mundo civilizado por la directa complicidad del régimen fascista, y su jefe-, sentimos el deber de rememorar 'ª lección legada por el mártir del socialismo italiano y universal, víctima, como Jaurés, de una lucha por ellos sostenida en defensa de la libertad, la justicia y la paz. . No importa que en nuestra época la violencia y el asesinato se hayan convertido en recursos casi normales en el serio de países en los que el totalitarismo en todas sus manifestaciones llega al genocidio, con el sacrificio de millones de seres, como bajo el nazismo, a las purgas periódicas del comunismo soviético eliminando a hombres de sus propias filas o matándolos lentamente en los campos de concentración, en cárceles y hospicios y registre todos los días, en todas las latitudes, -;; cargo de guerrillas asesinas y de bandas armadas, secuestros; asesinatos, ataques, depredaciones y crímenes contra seres y entidades indefensos y aún niños inocentes, imponiendo la ley salvaje de la selva y del pillaje organizado según hemos podido y podemos comprobarlo nosotros mismos en esta incierta y aciaga hora del país. · ' · .J Lejos de silenciar nuestra protesta y de· admitir que semejante generalización de la barbarie asesina, que amenaza hundir en el abismo de la amoralidad y del desprecio de la vida ajena a la sociedad actual, paralice nuestra capacidad de lucha contra la· violencia, casi siempre impune, sea ella individual o colectiva, se ampare en proclamas liberadoras o sirva planes de supuesta reacción popular contra la injusticia y el imperialismo, hemos de intensificar la tarea de denuncia y esclarecimiento que nos impone nuestra decisión de defender los derechos humanos, la libertad democrática y la educación del pueblo. Sólo así evitaremos que la demagogia, el fanatismo y la sumisión humillantes y embrutecedoras cierren los caminos de la dignidad y conviertan a las nuevas generaciones -a favor en primer término de una enseñanza oficial liberticida- en seguros peldaños de los agentes y usufructuarios del despotismo. Evocar la vida y el ejemplo de luchadores de la estirpe moral e intelectual de Matteotti es se(íalar la ruta de deberes y responsabilidades indeclinables, con mayor firmeza C!!anto más acechan las -3Bi':>liotecaG ~o Birnco
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