MATTEOTTI Pág. 21 ANGELO TASCA LOSEMIGRADOS Y L MOTINES 11 AtlANOS DE 189-31894 ■ A pesar de la separación decretada por el Congreso de Génova de 1892, en algunas regiones de Italia movimiento socialista y movimiento anarquista continuaron por un tiempo confundiéndose. Esto se vel'ificaba en las Romañas, donde Andrea Costa titubeó algo antes de adherirse al nuevo "Partido de los Trabajadores" y donde subsistían residuos aun combativos de la Primera Internacional; y, sobre todo, en Sicilia, donde los dirigentes de los '' fasci'' 0) eonservaban vinculaciones con los anarquistas del contil1ente: Giuseppe De Felice propondrá inútilmente, al Congl'eso de Reggio Emilia (se1üiembre de 1893) que los anarquistas sean nuevamente admitidos en el Partido Socialista. Los miembros del Comité Central de los "fasci", que habían realizado en Sicilia su Congreso en mayo de aquel año, soñaban con vastos planes insurrecci0nales, por lo que esperaban el concurso de los revolucionarios rle la península y de los que se eucontraban en el exterior. En aquella época vivían en Londres 1\1alatesta, Francesco Saverio 1\1erliuo y Carlos Malato: "los tres 1[", como alguna vez los designaban en los círculos anarquistas. Las noticias llegadas de Italia, y especialmente desde Sicilia, hacían creer próxima la revolución: bastaba qne un puñado de audaces, disponiendo de algún medio, se presentara en el lugar para llamar a la acción a las masas, sacudidas por la impaciencia y en tod 1 caso -pensaban - fácilmente accesibles a la propaganda y sensibles especialmente al ejemplo. Carlos Malato, que ha public•ado pocos meses antes de morir sus "Memorias de un libertario" en el órgano de la C. G. 'l'. francesa, el "Peuple" 12>, cuenta que Amíl-care Cipriani había hecho en el verano de 1893 varios viajes a Londres para conferenciar con los "tres", lon que deseaban mucho su colaboración porqu.e "Cipriani tenía su leyenda -escribe Malato- y su presencia en Italia hubiera podido poner en movimiento millares de entu .. siastas, mientras que nosotros hubiéramos difícilmente alistado un centenar de militantes''. Las cosas se fueron postergando, porque Ciprialli quería constituir antes grupos en Italia con los cuales poder contal' en el momento oportuno. Cipriani, en 1w1lidad, se puso en relación con sus amigos de Romaña y de Si.ciJia, como lo prueban algunas cartas secuestradas por la policía a De :Felice, cuando rste fué arrestado al inicio de 1894, cartas que fueron publicadas por PalamenghiCrispi (Ofr.: FRANCISCO CRJsPr - Política i11tei-ior, 1Iilán 192..J.,p. 308).
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