Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

l'BRNANDO GAROSI La LigadelasNaciones frentae lahistoria • Mucha ·es la gente que ha creído en la Liga de las Naciones y, tal vez, sigue creyendo en ella. Ha creído, firmemente, en la utilidad y bondad de una Institución -nacida después de la gran matanza de la 'última guerra mundial, que habí.a arruinado la economía de todas las naciones y sega.do la vida de diez millones de seres humanos- sin darse cuenta que la Liga había sido fundada por los vencedores de la cruel conflagración al fin exclusivo de amparar con ella sus particulares interéses y no los de la Humanidad entera. Sin embargo, la creación de la Sociedad de las Naciones había despertado un sinnúmero de esperanzas, posiblemente infundadas, al presentarse con el ademán de inflexible administra·dora de la Justicia y bajo la égida de aquella frágil y desamparada Paz, que era el ansia suprema de todos los pueblos en lucha, hasta granjearse las simpatías de algunos hombres de indudable grandeza moral e intelectual -como 'furati y Treves- que vislumbraron, en esta Sociedad Internacional, algo así como una anticipación de la unión universal de los pueblos.' Mas estas esperanzas, si representaban el deseo legítimo de las personas de buena voluntad, no procedían en rigor sino de ~ierto romanticismo sentimental, en atraso con nuestro tiempo, y que los acontecimientos sucesivos se encargaron de deshojar sin misericordia de todas sus róseas apa39 • MATTEOTT-I XIVANIVERSARIO riencias, descubriendo a la Liga en su verdadero semblante, en el escenario del mundo, como una de las más repugnantes y trágicas burlas que, desde siglos, haya presenciado la Humanidad. Ya van muchos años, demasiados, que dicha Institución no se reune sino para votar equívocas Ordenes del Día que, de hecho, siempre justifican nuevas prepotencias y nuevas infamias. En Ginebra, la razón -essiempre del más fuerte, y ¡ ay de los pueblos débiles cuya mala suerte los obliga a pedir ayuda, de acuerdo al estatuto social, contra el bandolerismo internacional ! De ellos no tan sólo es la culpa, sino que demuestran también falta de oportunidad, al turbar los plácidos sueños del Consejo de la Liga. De esta manera las naciones fascistas, enarbolando la bandera de una pretendida lucha contra el bolcheviquismo, acaban siempre engullendo tranquilame~te otras naciones, adheridas a Ginebra, naturalmente, como pasó con Etiopía y con Austria, o tragándose grues-os bocados, como en el caso de Manchuria. Y si Checoeslovaquia no ha tenido la misma suerte; se debe a que, apoyada por Francia y Rusia, ha enseñado los dientes ... y se trata. de los dientes de la Skoda. La independencia y la libertad de los estados no están garantizadas por la Liga, sino por sus posibilidades de defensa bélica. Lo· hemos visto en el caso de China, ya desahuciada en Ginebra y que, sin embar~o, sigue defendiéndose, sólo porque ha sabido oponer millones de pechos a la invasión y a la metralla niponas. Pero la prueba más concluyente es, sin duda alguna, la que nos ofrece la República Española que, desde hace casi dos años, lucha contra la coalición internacional de los fascismos, sin que la Sociedad de las Naciones se tome la molestia, no decimos de darle ayuda, como sería su obligación, sino por lo men·os de no poner trabas a su lucha desesperada contra sus enemigos. Más bien, en este caso particular, la Liga se

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