Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

mueca de impunidad, parecían· reír sar• cásticamente, a la vista de su obra. Un solo grito de venganza envolvía a todos. Y tras la agresión vituperable, el éxodo obligado. Una caravana de espanto abandonaba • el pueblo en ·cenizas, inundando las ca- , rreteras de un dolor amargo, dolor de injusticia, que impregnaba el a.mbiente de una desesperanza sin límites: Allá van las víctimas de un rencor insospechado, de un crimen bastardo, mirando al cielo, como si con los rayos fulminantes 'de· sus miradas hirientes, quisieran borrar las huellas que dejaran los asesinos al huir, perseguidos por los disparos de una maldición popular, que les rondaba y amenazaba tocar en sus conciencias, hasta hacerla picar sin mando y morder el polvo de su infamia. El pueblo humilde, que quedó en ruinas, quedó atrás, abajo del valle, alimentando sus propios rescoldos. De ellos saldrá la llama viva que de nuevo acabará con aquello hasta _pulverizarlo. El dramatismo de esta huída, en la que seres inocentes supieron de las maldades de la vida, se recogen en estos trazos vigorosos de Horacio Ferranz, de manera prodigiosa, como un grito de condenación hacia tan inhumano salvajismo. En esta marcha forzada, sin espera ni consuelo, roto el hogar, desbandadas las familias, se retrata la contextura moral del fascismo, que sólo anhela carne joven en que saciar sus apetitos inconfesables, ocasión propicia en que ensayar 33 e MATTEOTTI- XIVANIVERSARIO sus delirios imperialistas, su sed de morbosa criminalidad. Ese gesto tajante y magnífico de esa mu.jer que eleva sus puños a lo alto, -dosel supremo que habrá de dar sombra por últim?, vez. al cadáver de su pequeñín, roto en pedazos- es algo impresionante que no,s paraliza los sentidos. La realidad supera a todas las ficciones artísticas. El horror del martirio de esos pueblos indefensos, ametrallados por el fascismo sin nombre, es superior a todas las concepciones. Su ejemplo nos hace reaccionar sin desmayos. Esta inhumanidad no debe quedar sin el debido castigo, sin la necesaria contestación. Ese es el compromiso de h'op.or del pueblo en armas. Contra las incomprensibles actit~des de las democracias que no quieren pasar ya sea ligeramente su vista cansada por, la holganza regalona, están estos cuadros, llenos de· una realidad aplastante,, ~n

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