mente para que sea puesta sobre el tapete de las reformas la cuestión de la incompatibilidad de los regímenes totalitarios o bien dictatoriales, en el seno de -la. reunión wilsoniana, ni ésta tendrá ya razón de· ser, ni esperanza de pa.z podrá a:·brigar el mundo trabajador. O renovarne o morir. El cuarto de hora histórico de la responsabilidad de las naciones democráticas ha sonado. ·O r,enovarse a través de la selección de los.miembros incompatibles y a la lucha abierta, llevada fuera de la Liga contra todo atentado de prepotencia,· de violencia y de agresión, o morir en manos, de los prepotentes, de los violento3 y de los agresores. , Respiramos ya, evidentemente, una atmósfera prebélica y no serán ciertamente los paños tibios de pactos y acuerdos los que podrán conjurar la guerra, au~que si tales pactos y acuerdos en vez de contener cláusulas condicionales .perjudiciales, intempestivas, fueran decisivas, concluyep.tes y ejecutiva~, y si en vez de iniciales llevaran firmas completas y· todos los sellos sacramentales de la jurisprudencia diplomática. ~ara los gangsters de la política internacional la palabra y la firma. no tienen más valor de trampa: '' o la bolsa .o la. vida ' '. GIUSEPPE PARPAGNOLI. CONTRIBUCION D.E .A. G. . . El. ínartir.i delos pueblos humilde El pueblo, en silencio, hasta ahora, se sobrecogió de espanto. Eran ellos, los heraldos de la barbarie, los que revoloteaban en semicírculos -cuervos insatisfechos de carne inocente- esperando el instante más propicio ·para desarrollar su monstruoso -crimen. El· pueblo, en silencio, hasta ahora, nada había hecho para merecer tal ·cas- _tigo. Alejado de los frentes, espectador confuso de una contienda, cuyo partido no era preciso tomar, ya que el hecho de albergar en sus entrañas esencias populares, era motivo más que suficiente para sentirse beligerante, en un estado dé agresión unilateral, nada había hecho, repetimos, para verse atacado de manera tan audaz e inopinada. Si acaso, su delito no pasó de ver salir de sus casas, sus mejores hijos ·mozos, diques de una invasión extraña a la que había que detener y aplastar. Se rasgó la paz augusta que rodeaba el lugar. Con saña inigualada las bombas enemigas ·fueron dibujando un signo de impotencia en el aire, antes de calar hasta lo hon·ao, en la médula de aquellos modestos hogares, que saltaban· hechos añicos, en una impre'cación angustiosa, verdadera. interjección dantesca que llegaba a salpicar las conciencias mudas de aquellos cobardes agresores, que desde la altura, con una MATTEOTTI- XIV'ANIVERSARIO• 32
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