califica agudamente "segundo gentlements agreement's"- no ha modificado se tiene todavía la ingenuidad, por no decir la impudicia, de blandir las burlas totalitarias con el pretexto y la fingida e5peranza de alejar la guerra. Es precisamente el caso de parafrasear el célebre si vis pacem, para bellum, transformándolo así: si quieres la guetra, predica la paz. Los insultos y las provocaciones no reprimidas debidamente con presteza y energía se bestializan en el orgullo totalitario e imperialista de los insultadores y los provocadores. Por este camino la g'uerra no podrá ser jamás conjurada, salvo en el caso en que los insultados y los provocados se sometan total y cobardemente. El reciente pacto anglo-italiano preparado, pero no firmado, no puede revestir valor extrínseco· alguno, dado los antecedentes y la volubilidad del contratante fascista, mientras el valor intrínseco del documento se reduce a una disposición que hace condicional todo el acuerdo y que tiene sabor de preJmc10 por cuanto se ha incluído al final del documento. Si Italia no retira las tropas de España e Inglaterra no consigue en la Liga de las Naciones que se abandone el empeño de no reconocer el Imperio italiano por la violenta conquista etiópica (art. 16 del covenant) todo lo discutido y pactado sería anulado y no entraría en vigor. De manera que deberán, por lógica consecuencia, caer con implícita mecánica todos los precedentes pactos ítaloingleses e inherentes acuerdos internacionales que han sido compendiados o reclamados o coordinados en el último en cuestión, el cual nada absolutamente contiene que pueda tener cierta importancia de innovación. Como se ve, esto significaría también la legalización inejecutable de los precedentes pactos que nunca, como en tales ocasiones, y con más solemnidad, serían arrojados en el canasto de 108 cki.ff ons de papier. El acuerdo se resolvería así por un verdadero desacuerdo, hasta sobre vieja8 cuestiones pasadas, juzgadas y salvadas del ultraje de un incumplimiento o al tácito olvido de las partes. La condicional y la prejudicial han sido ya expuestas por Eden y eran entonces oportunas y eficaces porque su aceptación y el comienzo de· su realización frente a los recíprocos empeños sobre España y sobre Etiopía podían crear la atmósfera del leal y confiado entendimiento ítalo-inglés sobre todos los rumores del acuerdo concluído y, tal vez, sobre cualquier otra cosa más. Ahora de los dos recíprocos empeños, el de Inglate~ra ha sido absuelto y el fascitizante Chamberlain, suelta lo único que tenía en sus manos para establecer el característico do ut des de semejante situación, debiendo resignarse a la unilateral autoridad y a la indiscutible ventaja donde se encuentra su competidor que no tiene nada más que pedir, a pesar de no haber concedido nada y que, dados los antecedentes y sus mismas ulteriores afirmaciones públicas, nada concederá hasta cuando no se determine aquel epílogo de la tragedia española que tiene en su ánimo de imponer c'Onla fuerza de ·sus armas y de sus. armados. La fórmula resumida no puede ser má'3 que está: Chamberlain y la Liga de las Naciones han puesto en manos del MATTEOTT-I XIV ANIVE~SARIO e 30
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