' . de todas las fuerzas vírgenes impelidas por el. hervor del cataclismo, todo, el armaz,ón del Estado, o bien confiarse, impotente .o complacid,o, a la ~uert~ de una facción. Pocos hombres públicos ·percibieron -otros •ni siquiera Jo, sospecharon..:.a. la patentoriedad de este dilema.• · Giovanni Aniéndola es tal' vez el único que tuvo plena conciencia de ello. Y seguramente fué el único que, habiendo captado concientemente el asunto y habiendo hecho su elección• en nombre del interés· y· por el honor de la clase ·en la· cual todavía creía., proclamó su voluntad de batirse y se batió, dispuesto;a soportar la tremendá_· responsabilidad de ofrecer la garantía de la vitalidad ile 'un régimen que parecía resistir, obstinado y flojo, a todo esfuerzo que tendía a favorec·er su renovación. , '· ' •. , Y es en esta hora que se perfila límpida, completa, invariable la, cur;á· de su carrera ·política. Es en esta hora que él, hombre de estud.io, lo abandóna y se entrega resueltamente al combate. Rehusándose a negar a priqri a· la burguesía de. su país ,el coraje de. las decisiones heroicas, él' se dispoñe con pasión a trazar el plan que permitirá a la burguesía sobrevivir como clase dirigente. Su constante preocupación es la de poner en juego todos los resortes que le permite ·su potente personalidad moral, para determinar en la conciencia de cuantos colaboran directa o indirectamente a la disciplina de las corrient~s esenciales de donde la vida pública italiana saca su orientación, el sentido de libertad y su correlativo de la responsabilidad. "La democracia -escribió eri aquellos días- debe sobre todo sustraerse, a las fluctuaciones exteriores -frecuentemente caprichosas y casi siempre inestables~· de la voluntad popular, para interpretar en cambio, por medio de ·sus renovadas instituciones, las directivas esencia~ les y permanentes que de ellas emanan.· Debe rodear de sólidas ~garantías los principios constitucionales de 'la vida del Estado; debe limi.tar y. reforc zar·.por encima de todo órgano· de la vida estatal, el supremo control de la jqsticia; debe saber reorganizar la vida política del país para hacer más. claro, más regular, más fácilmente inteligible por parte de la opiniórt pública, el funcionamiento de los partidos con la responsabilidad que ello .significa. Debe, en fin, rodear al Estado de libertad individual y local tan fuer:. te y. resistente que el mismo encuentre en esa libertad un· límite insuperable. Pero encuentre en ella al mismo tiempo, la fuerza extraordinaria qtie lo transfor¡nará en el Estado de los hombres libres, espontáneamente adheridos por conciencia y por intereses .al vínculo estatal, y no el Estado pa~ ternalmente apoltronado sobre la pasividad indiferente de una mulittud de esclavos." La fuerza, el calor, la obstinación que desde 1919 animan sus palabras y sus escritos confieren a su campaña el prestigio de un apostolado. Tanto en. la Cámara como en la calle, su voz domina el tumulto que encabeza la desoríentación de todos los politiqueros burgueses, insensibles ya a toda. excitación que no sea la del miedo, indiferentes ya a toda iniciativa que no entienda pr:oteger -poco importa cómo- sus miserables , prebendas.: Es tanta . la autoridad y tan grande ,el respeto que despi~rtan sus concéptos, ;qt¡e estamos tentados a creer que los mismos intérpretes de las tendencias . oscuras hacia una transformación revolucionaria del orden social que agitan er¡ esta época las capas más concientes del proletariado, son llamados a engaño y llevados, frecuentemente, a preguntarse, dubitativos, si por ventura ' en la actividad política de Gio,vanni Améndola no debiera descubr.irse hasta un ejemplo singular de supervivencia anacrónica de una analogía extrnída del contacto con la realidad concreta de ia vida social, el testimonio evidente de la certeza, de parte de la burguesía italiana, de la importancia de' su misión, de la grandiosidad y de la urgencia de sus deberes irniecli7 . nables. . , En verdad. pienso que 1a simpatía que circundó a este hombre excepcional sirve de por sí para explicar en gran· parte la incertidumbre, las. contradicciones, ·la· desconcertante abulia por· que pecaron en la postguerra los grupos parlamentarios de la extrema izquierda y el periódico e inconfesas do renacimiento de un espíritu íntima y desesperadamente reformista. y legalitario. MATTEOTTI• XII ANIVERSARIO 52
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