' En.el X Aniversario d·e la muerte . . de G. Amendola 7 Abril de 1926 - 7 Abril de 1936 Ninguna experiencia personal en el orden político, entre las tantas admirables experiencias que nos ha ofrecido la trágica manifestación de la actual crisis decisiva de la vida nacional italiana, se nos aparece hoy -en el preciso momento en que de manera inminente y fatal se anuncia la catástrofe del fascismo e irresistiblemente se delínea el advenimiento, cual protagonista de la nueva historia de nuestro país, de la Italia proletaria- más significativa, más simbólica diríase, más rica por lo tanto de experiencias incomparables, que aquella que encontró su encarnación, y en cierto aspecto su explicación, en la vida y holocausto de Giovanni Améndola. Desde un punto de vista determinado, considerando retrospectivamente las vicisitudes más características de su militancia, es innegable la afirmación de que Giovanni Améndola resumió en forma superlativa y ejemplar todas las virtudes de que potencialmente habría podido ser capaz la élite de una clase, de su clase, y que él subrayó, por consecuencia, con la actitud asumida en la hora en que se produjo el hundimiento de las posiciones por él defendidas, la inmensa desproporción que existe entre los deberes históricos que ciertos dirigentes debieron cumplir, en la Península, y la escasez, la pobreza, la pereza de las fuerzas en las cuales elas se encontraban concretamente identificadas. Durante más de cincuenta años la burguesía italiana habíase conformado viviendo como parásita de los intereses de las revoluciones que otros, a veces por su cuenta, prepararon y llevaron a feliz término. Encontrándose repentinamente investida del monopolio, por lo menos aparente, del poder político, se amp:;iraba constantemente en la ilusión que bastaría, para legitimar en provecho propio aquel mismo poder, el efectivo derecho de subordinar el ejercicio al respeto formal del procedimiento democrático además del reconocimiento, también formal, de los llamados derechos de libertad para todos los ciudadanos. No valía la pena por otra parte, preocuparse en hacer po·sible al pueblo italiano la conquista efectiva de las prerrogativas fundamentales de cuya presuposición, en el fondo, ella reclamaba la própia investidura, desde el momento que la Constitución confiaba a la Monarquía, de manera absoluta, la plena salvaguardia. Al sobrevenir la guerra, guerra voraz y totalitaria, por milagro la frágil armazón -hecha de ficción y compromiso, en cuyo cuadro el artificial régimen de la vida italiana había sido contruído- pudo resistir la prueba. Pero, terminada la guerra, el dilema ineludible no tardó en presentarse, tan . confuso como imperioso, a la democracia capitalista italiana, a través de la inquietud, el desorden, el frenesí ·de evasión que acompañarop el retorno a la vida civil de todos los (,lesmovi!izados: <> volver a crear con el concurso 51 e MATTEOTTI • XII ANIVERSARIO
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