concepto qua él se ha hecho de Francia e Inglateri'a y en general de los países democráticos. Para un fascista que se respeta, y en primer lugar para Mussolini, Francia e Inglaterra son los países rojos del individualismo o. del marxismo y, por consiguiente, en segura decadencia. Durante diez años M.ussolini, antes de convertirse a la francofilia, dió a entender a los niños de nuestros lieeos que Francia es un país de putrefacción; un paralítico, sobre cuyo rostro un buen g.ía la Italia del líctor aplicaría un J1;pper cut magistral. Después Francia subió· del polvo al altar mientras Inglaterra bajaba del altar al polvo. Ahora según el fascista que se 1·espeta, es decir según el idiota cien por ciento, Inglaterra es una vieja matrona desdentada que vive de rentas y entona panegíricos a la paz porque no tiene ya la energía de defender con la fuerza su imperio. Es.tas estupideces alimentadas por Mussolini, han tenido libre curso en Italia por algunos meses. Con la misma inconsciente ligereza con que en los tiempos no lejanos de la francofobia oficial, el fa;cista entendía que de un día al otro Mussolini pondría su mano de hierro sobre Nifa, sobre Córcega o sobre Túnez, así se habla ahora de hacer de Malta y Gibraltar un ,conjunto de ruinas y de la marina inglesa· un cementerio. ¡ Fué menester que la Home Fleet hiciese su aparición en el Mediterráneo, para que Mussolini empezase a comprender a Inglaterra! La prensa fascista, con su acostumbrado sistema de enturbiar las &guas clahs, ha gritado al complot, a la tración. No ha habido complot y en cuanto a la traición ha sido perpetrada por l\Iussolini contra los intereses italianos. A la Sociedad de las Naciones se le podría imputar el auténtico delito de no haber tomado las cosas en serio sino demasiado tarde. A pesar de .su deseo de evitar las decisiones concretas, el aerópago ginebrino no podía fingir ignorar que Abisinia forma parte de la Sociedad de Naciones tionde fué introducida por el gobierno de Mussolini en septiembre de 1923 .:on un discurso del conde Bonin-Longari, quien dijo textualmente que "Italia considera el pedido de admisión de Etiopía como un homenaje a ia Sociedad de Naciones". · I • Mussolini no igp.oraba que los miembros de la S. de N. están vincu- · lados entre ellos por una ley internacional, por un pacto que él siempre ha tomado m broma, prefiriendo los cañones y las ametralladoras pero que en realidad existe. La ley de la S. de N. és el Covenant, cuyo preámbulo eompromete a· los Estados "a no recurrir a la guerra" y cuyos artículos 10, 11, 15 y 16 determinan los procedimientos a seguir para garantizar la integridad territorial y la independencia de los Estados miembros de la- Sociedad y la aplicación de sanciones contra el agresor eventual o "desconocido", para adoptar la expresión de Litvinof. M).TTEOTTI e XII ANIVERSARIO • 36
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