Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

Una diferenciación entre revolucio- • narios y reformista13 hubiera podido hacerse sólo sobre la base de un programa püsitivo en que el proletariado italiano intentara desarrollar una actividad propia, intervenir de una manera original pura modificar el curso de los acontecimientos. Pero esto le estaba vedado a los revolucionarios - a los que sinceramente se creían ta.les - por la misma fórmula de la neutralidad abisoluta y por su oposición '' contra todas las guerras'' de que- era los pregoneros y los prisioneros. Recuerdo haber escrito entonces en el semanario socialista de Turín : Il Grido clel Popolo una serie de artículos y de haber sostenid'O una controversia en que rechazaba la palabra de orden de '' contra todas las guerras". Yo sostenía que esa no podía ser la posición de los socialistas, porque si ellos hubieran tomado el poder en Italia luego hubieran tenido que def euder la revolución con las armas aun contra una eventual coalición de otros países, y que por lo tanto existía ·al menos una guer.ra a la que nosotros no podíamos ser contrarios. Preparar el pueblo italiano para la revolución significaba también prepararlo para esa eventua1idad; por lo tanto, nosotros no podíamos detenernos al pacifismo y al neutralismo. Como siempre sucede, la posición de la neutralidad ''absoluta'' era demasiado cómoda y simple para que se la quisiera abandonar. Nadie tenía la intención de hacer la revolución y, 19 por lo tanto, mi hipótesis caía en el vacío. El mismo "caso", Mussolini reforzaba la tendencia a la pura y total negación que parecía la única defen1sa eficaz contra las debilidades y las traiciones. .M· ussolini seguía, en cierto modo, determinando la actitud del partido que Je émpujab.a a un maximalismo negador y negativo que luego su disección vendría a justificar y casi a ennoblecer. La unidad del partido se realizaba a costa del nuevo enemigo pero con el sacrificio. evidente de su eficiencia política. La guerra era un asunto que "interesaba a la burguesía" y ante la cual ]os socialistas decían: No. Había que mantenerse al margen de la guerra para lo cual era suficiente '' no adherirse", sin necesidad de "sa bote arla''. Pues el sabotaje hubiera sido una fórmula de intervención, hubiera sido el pasaje de la negación de principios· a la n.egación de hechos: los revolucionarios de la escuela mnssoliniana no estaban preparados para semejante salto y los reformistas podían hacer callar así los escrúpulo¡;; que en muchos de ellos había suscitado la invasión de Bélgica. Había en realidad solamente dos actitude13 posibles, correspondientes a la lógica de las tendencias si éstas hubieran sido algo serio y profundo : o prepararse para la conquista del poder para intervenir luego, eventualmente aun con las armas, para facilitar la victoria del socialismo en el plano internacional o sino hacer de la Italia neutral un fac-

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