Con Salandra llega al poder la derecha liberal, que se mantendrá en un principio mediante el apoyo de la mayoría giolittiana y luego en contra de ésta. Toda Italia neutralista Al estallar la guerra mundial toda Italia es .neutralista, es decir, hostil a toda intervención al lado de las potencias centrales en aplicación del tratado de la Triple Alianza. Toda Italia, inclusive Giolitti, con la única excepción de los nacionalistas romanos y entre unos pocos má,s, de Sonnino, quien quería que se mantuvieran lo:,; compromisos - discutidos y discutibles -- para l~Onlos aliados. En el campo socialista la fórmula oficial es la de la "neutralidad absoluta", la que, ,sin embargo, actúa durante los primeros tiempos, para algunos más o menos conscientemente, como una fórmula de contención contra el peligro de una intervención al lado de Austria y -de Alemania. Las ·manifestaciones de aquellos días tenían implícito un contenido antitriplista que a veces asoma: por ejemplo, en los discursos de Caldara y de Mussolini en Milán y -en el de María Ry&'ier en Turín. Por otra parte, la neutralidad italiana es decidida en una reunión de gabinete el 31 de julio y declarada oficialmente el 3 de agosto. La posición de los socíalistas contra la guerra no fué ni una improvisación ni el resultado de una angustiosa crisis, o de una dramática decisión impuesta por acontecimientos inesperados. Les socialista.s, en julio y agosto de 1914, se encontraron como guiados y empujados por su reciente pasado. El partido se había rejuvenecido y reforzado; había tenido la sensación de haberse renovado a. raíz de los go]pe.s a la izquierda dados sucesivamente en l\fodena, en Reggio 18 Emilia, y poco antes en el Congreso de Ancona en el mes de abril. El triunfo de la iz4uierda se había expresado a travé1s del ''dinamismo'' de intransigencia rnussoliniana, quien exasperaba los contrastes y las fórmulas, y '' quería obligar a los socialistas a ser socialistas, los burgueses a ser burgueses'' y '' no atenuar sino profundizar su antagonismo''. En el Congreso de Ancona h-abía habido aún -un verdadero debate de tendencia que empezaba a manifestarse -después de la '' semana roja'' (junio) ; sin el eBtallido de la guerra mundial habríamos asistido a un conflicto Mussolini-Turati, en que este último habría defendido la '' tradición socialista'' contra las '' vías nuevas'' por donde Mussolini había llevado al A:vanti y al partido. El extremismo -de Mussolini Mussolini tenía de su lado a los jóvenes y las maiSas ex_asperadas por la bancarrota líbica y por sus consecuencias, los unos y las otras, atraídos por sus llamados a la violencia y a la acción substancialmente carente de todo contenido concreto. Mussolini no había ido más allá de una intransigencia y de un maximali1smo formales, de una mímica, podríamos decir, que reemplazaba al pensamiento y substituía una real renovación de los espíritus. No se puede decir lo que habría resultado del choque de las tendencias en el seno del partido, de haberse producido; pero dado el punto de partida es lícito pensar que no hubiera sido muy fecundo. De todos modos el estallido lo detuvo y lo desvió. ''Revolucionarios'' y '' reformistas'' estuvieron de acuerdo sobre la plataforma de la neutralidad absoluta; plataforma puramente n€gativa sugerida y casi impu€sta por la evolución precedente del partido y por el estado de ánimo dominante en todas las clases sociales ..
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