El Héroe y la Multitud .r acla más difícil que encontrar el jur,to término medio y extraer de él la ·verdad - si en él se halla. Generalmente oscilamos de un extremo a otro. Del romanticismo e idealismo que declaman y llevan a actitudes teatrales y fal.-:ias, pasamos a un determinismo árido que sólo quiere ver en la vida ele los hornbre,3 las fuerzas básicas engendradas por su necesidad de comer para vivir. Y si el que abre el camino exagera a veces su propio pensamiento para imponerlo, lleYado por el ardor -de la polémica, a menudo sus discípulos lo extreman en t-ill afán ele ser los má.c, puros. Pero la yei-dad no estú ni en 1m extremo 11i rn el otro; 1::i verdad rRtú en todo. Cierto es que 1<11, grandes movimientos de las masas hnrnanas son detrrminaclos por acciones óue tienrn sns raíce:, e11 sus condiciones biológicas (proclucciÓl1, riqueza, intc>rcambio, todo depende <le lo que el hombre necesita para crecer y multiplicarse). Pero cierto es también que esas masas lnunanas so11 dirigidas por impulsos 10 psíquicos, por fuerzas que tornan su origen en la convivencia social. Y a medida que los grupos humanos se hacen más numerosos y aumenta el aceno ele las generacione13, las asociaciones e interferencias de esas fuerzas se hacen más numerosas y complejas. Existen necesidades colectivas que no son ni de orden biológico, ni de orden económico y han de ser bien reales cuando persisten a través de todos los tiempos. Las masas necesitan el héroe. Desde los días del bardo helénico que cantara fas prorzas de Aquile::; y la sagacidad ele Ulises, hasta nuestros tiempos que ven la santificación de Leninc conservado embalsamado en una cripta, para la admiración ele todo un pueblo, han desfilado por las páginas ele ]a hi1,toria toda clase de graneles hombres que han entusiasmado ha:~ta el delirio y despertado ]a más extrema abnegación. Nadie pnf'cle desconocer la influencia religiosa en la producción ele este estado mental. Son el providencialismo y el ,,;;ervili.-nnoele1nfmtos indis,:::u-
RkJQdWJsaXNoZXIy MTExMDY2NQ==