cel les rué considerada como prisión preventiva. En el pretorio, los empleados de servicio llamaban a los acusados "i nostri bravi giovanotti ". Asesinos prontuariados, fallidos, proxenetas y ladrones, esos eran los valientes fascistas a quieners el partido manifestaba su agradecimiento y a quienes todavía hoy paga en moneda sonante. Recuerdos indeseables son los que evoca el día de l\fatteotti. ¡ Qué no se haría para considerar todo el '' affaire" como "un pecado de juventud'', hoy cuando, de guantes blancos, entre los diplomáticos de todo el mundo, la Italia fascista trata de guerra y de paz! Nunca abandona al fascismo el miedo de que resurja algún día lo que quiso enterrar con Matteotti. Contra ese miedo sólo puede ayudarlo la policía, y solamente ella. . El aniversario de l\fatteotti polariza los sistemas de dos mundos en lucha. El fascismo lleva su violencia hasta la misma sede de la muerte: arma y terror. El socialismo se sumerge con unción en su mundo ideal que brilla con más pura claridad en las catacumbas de las persecuciones. Hay que volver la mirada hacia atrás, hacia el largo camino que la humanidad ha recorrido desde la época que para vivir luchaba contra las fieras, camino que a través de la esclavitud y ,;,ervidumbre, a través de los sacrificios humanos y de las hogueras, que tan largo se hizo por las desviaciones, ha conducido, sin embargo, al hombre hacia la libertad, hacia algo más de dignidad y de.luz. Sólo así se entiende que al final la idea, pueda más que la violencia. La violencia puede mucho; ella pudo hacer caer al mejor de los nuestros, pero la idea que en él vivía no la pudo matar. El fa13cismola teme hoy como hace once años, y la temerá hasta que a tal idea sucumba. ODA OLBERG
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