'!'odas las conmemoraciones se celebran habitualmente cada cinco o clie2, años. Solamente la conmemoración del asesinato de J\Iatteotti vuelve año tras año como una rítmica repetición de maTtillazos. Fecha inolvidable e imprescriptible corno una deuda impaga. Ann hoy, después de once años, los ase:únos vigilan su tumba, como si no estuvieran realmente segurm de haberlo asesinado. La significación histórica ele la muerte ele l\!LaHeotti hay que incrustarla en ]a conciencia y en la mente para que cada año penetre más hondo. No fué un episodio, no fué solamente la tragedia jncomparable ele un<1familia; este crimen reveló por primera vez la v0rdadera esencia del fascismo, la reveló al propio fascismo y al mundo. Antes sólo había sido formulada por e.l jefe del gobierno: "el Estado fascista se distingue del liberal porque no sólo se defiende sino que ataca''. Aquel 10 de junio la doctrina se convirtió en hecho real, cuando asesinos a sueldo asaltaron en pleno día en Roma a un diputado por encargo del gobierno, asesinándolo impunemente. Entonces tuvo ~u primera aplicación integral aqu<'lla doctrina en que cada día más reconocemos el verdadero contenido del fascismo. l\farx ha definido el Estado como el Comité Ejecutivo de la clase dominante, pero medio siglo de actividad socialista y de desarrollo económico tendían a desmentir aquella definición y tendían a hacer que el Estado se convirtiera de más en 5 , t t • 1 llÚS en el Comité Ejecutivo de la sociedad entera. El E!~tado, como defensor y administrador del derecho, retiraba al individuo la prerrogativa de la autodef en.sa, y tuvo qne conceder voz y voto en la legislación, en ]a administración y en la justicia, a una masa que iba adquiriendo conciencia de su significación económica, de su función social y ele sus posibilidades políticas. El Estado ha concedido estos derechos grachrn lmente y contra su voluntad, pero nadie puede negar que los derechos y la influencia de las masas en la vida pública, so han ampliado extraordinariamente a partir de los comienzos ele eGtc siglo, y en particular, desde la tfrminación de la guerra. En el marco (lel Estado de derecho 110 cxi::;tía ningnna sa]icla de esta situacjón, Ja cual debía convertirse <'Jl.un peligro para los privilegios de clase. El fascismo deshizo el marco del E,~tado: e:sta fué su acción decisiva que en el asesinato de un diputado, ordenado por e] Poder Ejecutivo, ha- • lló su expresión concreta y simbólica al mismo tiempo. IIe ahí que el asesinato ele l\Iatteotti nos permite comprender el sentido liistórico del fascismo. No es la transformación del E~tado, ni el desplaza- '.micnto de un grupo dominante por 'otro, ni tampoco una fase de transición hacia nuevas formas de orgtrnización social. E,s el fin del Estado como orden jurídico, es el derrumbe de una construcción que tuvo ~us cimien- \
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