Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

EMILIO FRUGONI La Sombra proscripta EMILIO FRUGONI: Espiritu ooble, poeta y ese'ritor de altisimos méritos, valeroso comhatiente por la causa S 11\IDOLO cnsangrantado <lel tragico destino de Italia, la sombra de ì\Iatteotti surge ante nuestros ojos en una angustiante actitud de espera ... Es una sombra exilada que aguarda el momento de entrar a la patria de donde la arrojaron la barbarie infame y el cobarde terror. Porque es la sombra de un martir que habiendo caido por el amor a su pueblo, por la clignidad de su pueblo, no halla todavia en el hogar solariego el rinc6n donde se le acoja como un numen y se le riuda la visible y edificante veneraci6n a que tiene derecho. Cierto es que su patria, su verdadera patria, es el corazon de todos los hombres libres ·del munclo, el alma de quiencs fucra dc r talia ag-itan esa sombra corno una ba11dera dc redeuci6n en torno de la cual se agrupan cuanto~ suefian con el derrnmbc de la tirania ignominiosa. Cierto es también quc la verdadera Italia alienta hoy en cl pecho de los que se alejaron de ella abominando del déspota y su jauria; pei:o la sembra .de Matteotti quierc reposa1· en el coraz6n de los italiade la democracia, e11 Diputado nacional en cl Parlamento uruguayo y leader d~I Partido Socialista (I. O. S.) del pais vecino. · nos también cn Italia. De alli ha sido expulsada por los asesinos de su cuerpo. Recordarla alli es delito que acaso se paga con· 1a vida. Y para que las nucvas generaciones no la i-ccuerden, todo un tremendo sistema de deformaci6n de las mentalidades y de la atrofia de los corazones coge al niiio desde los bancos de la escuela en su férreo engranaje, y la cqnciencia pùbliea se va forjanào en una fabrica de degeneraci6n espiritual bajo el martilleo de la violencia y la-i1npostura. Los ni1ios de Italia ignoran· a Matteotti o lo creen un vulgar bandido con el que los sicarios de :Mussolini hicieron un saluéla:ble·,escarmiento. Es asi com9, después de habérsp]e arrojado· por el crimen aleYoso, al mundo de '1as ·sombras, se le condena al ·oprobio ·para que su sombra no retorne a briH·1r, corno una llama, e11 la conciencia dc su pueblo. Pero siempre es en vano, a la larga, decretar el destierro de las sombras. . . Estas vagan por encima de todo. Trasponen sin ser vistas, todas las fronteras. Atraviesan inadYertidas ~, silenciosas, las

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