Pagine di quotidiani e riviste dedicate a Giacomo Matteotti - 1925-1974

VII ANIVERSARIO pareci6 haber caido tan bajo. Un g-rupo de ferroviarios saludaba de8de lejos, timidamente, sacandose la La vlela casa de Fratta Polesine, en la que murl6 la Madre del Martlr. gorra y mirando en torno desconfiadamcnte. Cuando, al alba, en la aldea silenciosa corno un camposanto, el féretro fué conducido a pulso por los compafieros, desde la estaci6n a la casa, ya la sala habia sido arreglada corno capilla ardiente. Poco después, anunciada por el ansioso murrnullo de los asistentes, descendia la seiiora Isabel. La vimos lanzarse sobre el féretro corno endernoniada, cual lo haria una loba a la que hubieran matado sus lobeznos; y oprimiéndolo convulsivamente, corno si no quisiera abandonarlo mas, la oimos irrumpir en un fragor de aullidos y de imprecaciones que no tengo animos para reproducir integramente aqui. '' I me l 'a coppà, sti assassini! Sti assassini! I zè lori-, i zè lori ! El me Giacomo i me l 'a assassinà !'' Y gritaba los nombres y apellidos de los asesinos, fuera de si. Tuvimos que agarrarla y conducirla a la fuerza hasta el jardin, desde donde los ultimos ~ritos de aquel pecho exhausto se expandieron por la campana. En aquel momento me pareci6 que en aquella larva de humanidad, en aquella sepultada viva en si misma, en aquelia muerta que se retorcia, se encarnaba Italia igualmente asesinada. Guillermo Shakespeare no escribi6 nunca nada mas terriblc, rnas grande y horrendo. Segui al sepclio taciturno hasta la tumba provisoria, que debia ser tan vigilada, amenazada y violada mas tarde. La sefiora Velia, que habia llegado ya entrada la tarde, tuvo que sufrir las amenazas del prefecto de Rovigo que, por orden de su jefe, la acusaba de provocaci6n insolente. Desde hace seis afios, contra ella, eterna prisioneLa Salma de Matteotti es ·conduclda a la estac16n. · ra, corno contra los huerfanitos, duran las amenazas, la insidia, el sarcasmo. Pero aquellos dias se afirm6 un lazo entre las dos mujeres, no ya suegra y nuera, sino madre e hija. Y fué entonces siempre la decrépita quien conforto y reanimo a la joven.

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