Interrogations - anno IV - n. 9 - gennaio 1977

PEDROB. BARCIA importantes negociados con el petr6leo y el trigo y su falta de ingenio para conducir el Estado intensific6 las tensiones entre el estamento administrativo y los politicos. La segunda oportunidad fué con Humberto IUia y una de las raices de la q.uiebra del intento por par,te de las Fuerzas Armadas fue que el sincero pero quiza inocuo fotento de restablecer el dialogo generacional y abrir amplios cauces para la renovaci6n de los elencos dirigentes, se oper6 mediante proced.imientos demasiado formalistas, es un estilo de estadista tomado ,del viejo modelo en el que reinaba el idilio, y, por el contrario, quiza se requeria una d.inamica mas adecuada a la gravedad del conflicto. Escindidos pues del proceso que se vivia, los polîticos continuaron dirigiendo grupos cada vez mas exiguos, sin espectativas de cambio alguno y, lo que resulta mas grave, avizorando un panorama sobre la base de una experiencia que ya resultaba perimida para el pais. De modo que por una de esas vueltas de ,la historia que resultan a simple vista curiosas pero que en realidad ponen al desnudo simplemente la persistencia de los problemas sin solucionar, todos los sectores orientaron sus miras hacia la busqueda de un salvador que estuiviera en condiciones de superar el conflicto. Ese hombre apareci6 con nombre y apellido: Juan Per6n. El buscaba una suerte de revancha hist6rica. Corno precio, estaiba dispues,to a intentar una suerte de pacto organico que comprendiera a la sociedad en su conjunto. Viejo maestro de las Hneas des,prendida·s ,del uriburismo, repetia - también cur.iosamente - una leccion ya fracasada: la parchadura 1hecha sobre Ja base de la suma de voluntades, en lugar de •encarar soluciones racionales. El cansancio y el hartazgo de haber vi1Vidoen una ca.lesita de 18 afios, de decenas de pruebas y combinaciones, hizo pensar que la f6rmula que ofrecia era original. Una verdadera coaligaci6n de sectores sostuvo su llegada ail poder. Los j6venes que habian roto el dialogo, lo apoyaron. Gran parte de los politicos, a quienes él mismo habia quitado las perspectiv,as de un ejercicio racional del poder, hicieron nula resis,tencia, descontando su triunfo. Lo ricos del campo se acercaron a él, llenos de esperanzas, intuyendolo un defensor, en esa segunda vuelta de la historia, de sus decercidos beneficios enjuego. Los sectores administrativos recordaban, entusiasmados, la buena época del crecimiento del Estado. El Ejército estaba dispuesto a jugar una carta a ciegas, cornfiando en su propia f.uerza para retocar el proceso ouando este no res,pondiera a las espectativas. Todos confiados, todos escépticos, todos euf6ricos de anhelo. 32

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