PEDRO B. BARCIA y intereses, con amplios sectores del nuevo estamento. Pero estos vasos comunicantes no son S1Uificientepsara definir situaciones. Sirven apenas para asegurar las •vias de acceso, para esta!blecer las comunicaciones, para conocerse mas y mejor y para poder <lar una respuesta rapida y sensible a los requerimientos. Pero mantienen, y esto es lo importante, la independencia de cada grupo, la capacidad de decisi6n final y, principalmente, la existencia misma del grupo en cuesti6n. Esto entrafia, por ejemplo, que el Estado, dirigido por estos elencos politicos - que han ido cubriendo los cuadros administrativos con sus prosélitos - ya no es automaticamente sensible a los ricos del campo. Si en el origen, las necesidades mismas del Estado reclamaban esta sensibilidad para asegu- -rarse fuentes de subsistencia por parte primero de los impuestos y posteriormente del mismo producto agricola-ganadero, ahora parece adoptar una actitud de suficiencia y menosprecio hacia ese sector. Muchos ministros tienen tierras, los senadores son hacendados, hay diputados que proceden de chacras y estancias. Sin embargo, su oficio, su sentido de grupo, prima por encima de sus requerimienros econ6micos. No son idealistas en la acepci6n trivial del término, pero su fortuna - generalmente heredada o mal haibida, en contados casos, en el disfrute del Poder - no es un bien dispuesto para el disfrute hed6nico, sino una herramiento mas en el juego politico. No hace politica para endqruecerse; o bien, hace politica para enri-quecerse y asi poder seguir ·hacienda politica. Un enorme Leviatan de apetencias, una cadena sin fin de requerimientos multiples, se superponen unos tras otros. Pero no llegan a confundir los caminos de vida ni, mucho menos, las categorias de lealtades inscriptas en los hechos mismos de la actividad. Una cosa es prestar servicios; otra muy distinta estar al servicio. Este es el panorama que predomina al producirse el golpe militar del teniente general Uriburu el 6 de setiembre de 1930. Y frente a este panorama, los ricos del campo se disponen a demandar una atenci6n que les resulta imperiosa a menos que se los ,quiera condenar a la liqruidaci6n. * * * Cuando Uri!bruruocupa el poder son los ricos del campo los que detentaran los cargos claves, las funciones prominentes. Ellos o personeros muy directos y estrechamente ligados a ellos, prescindiendo de todas las estructuras politicas. El mo18
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