PEDRO B. BARCIA trimerias del siglo pasado por el Ejército comandado por el general Julio Argentino Rocca. La extensi6n de las fronteras reales hasta las fronteras legales del imperio construido a partir de la metr6poli portefia, entrafia un violento desarrollo econ6mico con el desoubrimiento del campo. Los ganados que los espafioles habian abandonado en las llanuras desiertas y que proliiferaron como bien mostrenco durante mas de un siglo y medio y llegaron a constituir un hibrido conocido corne « ganado criollo », habian servido durante 'Varias décadas como objeto de caza para el aprovechamiento del ·cuero, unica actividad, oumplida en un limitadisimo radio de no mas de 300 kil6metros en torno de Buenos Aires y eran, al despuntar la conciencia agraria a fines del siglo XIX, una verdadera rémora en cuanto a calidad y rendimiento. Fue necesario que, junto con la gran expansi6n demografica operada a partir de la inmigraci6n masiva europea (espafioles, judios, italianos, alemanes, franceses, galeses, polacos, portugueses) se produjera la importaci6n de una adecuada tecnologia - sobre producto terminado - capaz de coniferir a los nuevos brazos dispuestos al trabajo, una aplicaci6n de alta productividad. Esta tecnologia estuvo constituida por los ganados europeos importados principalmente de Inglaterra, Francia y, posteriormente, de Holanda y Estados Unidos que, al desâlojar al insipido ganado criollo transformaron las ubérrimas llanuras desoladas e irrentables, en vergeles de jugosos beneficios. Las « marcas » de la tecnologia fueron las razas de ganado: Herefo:rd, Shorthorn, Rolando, Aberdeen Angus, etcétera, que en sucesivas oleadas comenzaron a convertir el prestigio de la posesi6n en bien rentable. Pero los primeros beneficiarios habian muerto; sus hijos aplicaron gustosamente la mano a los beneficios producidos por los bienes que los padres ostentaban solo como titulo. Y como habia mucha tierra, todavia, Rocca desupés de la « Campana del desierto » vendi6 y regal6 mas tierras todavia, pero esta vez con la esperanza de que el producido produjera una renta impositiva de mas jugosas cifras. Es en ese momento cuando aparecen los « ricos del campo». Los hijos de tenderos, mesoneros y funcionarios administrativos pasaron a convertirse en grandes sefiores de la tierra. Pasaron de la ciudad al campo y regresaron, mucho mas tarde, a la ciudad. Cuando regresaron a la ciudad, lo hacian después de haber agotado una etapa (ellos 6 sus hijos) y para convertirse, mutatis mutandi, en los refl.ejos vigorosos de sus propios origenes y ancestros comerciales urbanos, rein12
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