NACIONALISMOS En este curioso y a la par deplorable espectâculo nacionalista, aparece por st tuera poco otro ingredtente dtgno de ser tentdo en cuenta: el del patriottsmo, que es algo mâs que eso que llaman -so bre todo las clases dirigentes- el amor patrio, o sea el cartiio hacia su propta tterra o pais; en efecto, el patriotismo suele ser petulancia, engreimtento, creencta de que se pertenece a una naci6n que es o puede ser ejemplar, untca. Trâtase de una especie de imperialis mo impotente; el patrtota quistera tmponerse a los demâs, puesto qu e es el mejor, pero no puede. Su energia, que es tncapaz de exportar la gasta en querellas frontertzas con sus vectnos, por lo general asimt smo patrtotas cten por cien. No es casual que el patrtottsmo, al igual que el nacionaltsmo, haya servido de baluarte ideol6gico contra las cor rtentes verdaderamente revoluctonartas. Este ultimo fen6meno se ha dado y se da bastante en América Latina, cuyas naciones se formaron tras la derrota de la domtna ct6n espafiola y la ruptura en multiples pedazos de su Imperio. No prosper6 el suefio o ensuefio de Bolivar y surgieron varias nactones con fronteras caprichosas o tndefinidas. Se produjeron pues, pronto los conf ltctos y todo ello, bien manejado por los caudtllos y el caudillaje, fue hactendo ger.mtnar un nacionaltsmo y hasta un patrtotismo v arioptnto, del que curiosamente acabaron por apoderarse en los afios ulttmos los grupos llamados progreststas y revoluctonarios, los cuales no temen en recurrtr en sus respecttvos pafses a la llamada tradt ci6n htst6rtca -no hay otra, qutéranlo o no, que la de la domtnaci6n espa,. iiola- para justtftcar su derecho a tal o cual regi6n o pedazo de tierra. Corno es sabido, las juventudes lattnoamericanas, princtpalmente los grupos universitartos e intelectuales, padecen una aguda ende mta teortzante. Lo que cuenta de veras para ellos no es la realidad en que estan immersos, sino mas bien el folleto de propaganda, la cita de tal o cual teorizante .marxista. Acuden a la letra o a la palabra antes que a la acct6n; incluso cuando pasan a la acctôn es en nombre de la palabra o de la letra. Atraviesan un romanttcismo ltbresco que no stempre se nutre de buenas y sanas intenciones, es dectr, de total destnterés. Se dtria que aspiran a ser la nueva clase dirigente y por tanto no parecen dispuestos a ceder un solo aptce de la here ncta que esperan rectbtr, aunque esa herencta proceda del actual régi men contra el eu.al luchan o afirman luchar. La menor concesi6n a otro pais choca con su patriottsmo. El espectaculo que nos ofrecen en la hora actual los grupos ultratzquterdtstas de Chile y Boltvta, respectivamente, es significativo de cuanto acabamos de decir a grandes rasgos. Arrojandose a la ca beza citas « marxistas-leninistas », tratados dtplomaticos, constderaciones hist6ricas y afirmactones «revolucionarias», el M.I.R. chtleno y el E.L.N. boltviano, a.mén de tnefables trotskistas, maofstas y tutti quanti, se disputan como comadres en torno al problema creado por los generales Pinochet y Banzer, que ejercen sus respectivas dtctaduras en Chile y Bolivia 1 al negociar un canje territorial que propicte la salida al mar a este ultimo pats. El «nos pertenece» y el «tenemos dere cho» en la boca o la pluma de estos ultrarrevolucionartos del M.I.R. y del E.L.N. resultarfa risible si no nos mostrara, al mismo tiempo, que sus intenctones veridicas no son otras que apoderarse del pod er y ejercerlo en beneftcto propto ... en nombre de la clase obrera. I. I. ,83
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