Interrogations - anno III - n. 7 - giugno 1976

CARTA DE CHILE de esencta sagrada que los sitûa por encima de todos los de mas seres humanos, es diftcil entender c6mo podria haber sido de otra manera. La experiencia obrera en Chile tndtca que la actitud del Estado es un factor basico para determinar la parte, generalmente magra, que le corresponde a los obreros. Una parte de éstos ttene resp ecta a los demas una situaci6n hist6ricamente privilegiada, como los del cobre. Una parte de los obreros se comprometi6, efectivamente, con la tdea de una transformact6n profunda, de un nuevo Chtle ; pero la mauorta, sin rechazarla, percibi6 como hecho capital la op ortuntdad htst6rica de mejorar constderablemente su situact6n, lo que -repitome parece muu lôgtco. Y qutza una buena parte de esos o breros vto una oportuntdad que no se podta desperdtctar, pero asimtsmo que tenta un caracter esenctalmente transttorio. Se me ocurre que una larga tradtctôn de explotaci6n ,y desengaiios produjo en mu chos algo analogo a la creencia de que todo era demasiado bueno para ser cterto, por lo menos para serlo durante mucho ttempo. Un eptsodio resulta tnteresante: con motivo de denuncias de trregularidades en una de las minas estatales, se nombr6 una comtsi6n parla mentarta compuesta por mtembros del Gobierno y de la opostci6n, l a cual no tuvo mas remedto que contar en su informe que cuando lle g6 a uno de los locales de la mina, la fundtci6n, los obreros estaban hacienda un asado en horas de trabajo y habfan comenzado a comerlo; pero lo mas grave es que no se preocuparon lo mas mtnimo an te la aparici6n de la respetable comisi6n -que sabian iba a tnve stigar las trregularidades- y conttnuaron comtendo tranquilamente. Tal ept. sodto, que chocô profundamente a los mtembros de la comts i6n, tenta algo de las antiguas fiestas en las que durante un dta se p odta decir a cualquiera hora cualquter cosa y en que las jerarqutas normales desaparecian, pero por un tiempo muy corto. A veces se ttene la imprest6n de que una buena parte de los obreros, mas qu e tdenttftcados con el Gobierno Allende, se stntieron como invttad os a una fiesta que nadte sabta lo que iba a durar, pero que se guramente pensaban que no mucho, por lo que habta que dtsfrutar a l ma:ctmo mtentras durara. El notable aumento del ausentismo de lo s trabajaclores, que tantas veces fue tema de los discursos de Allende, es dtftctl de tnterpretar de otra manera de como lo acabamos de sugerir. El nivel de identificaciôn de los obreros con un proceso qu e va mas alla del presente disfrute de ctertas ventajas o mejoras, considerables por cterto, es muy bajo. La excelente votaciôn que, pese a la deteriorada situaciôn econômica, tuvo la Unidad Popular en marzo de 1973, ha sido empleada como prueba de un compromiso mucho mas profundo. No obstante, creo que sôlo indica la falta de otras opciones. Mas bien par a muchas resulta claro que en marzo de 1973 sôlo podtan esperarse retrocesos en lo ya conquistado y que el Gobierno de la Unidad Popu lar era el que garantizaba que esos retrocesos fuesen menores. En û lttma instancia, los obreros dieron al Gobierno Allende el ma.xt mo ap0J10 posible y esperable; pero la clase de apoyo JI los condtcion amtentos impltcitos eran la consecuencia necesaria de la forma como la Untdad Popular encarô la transformaciôn. Es posible que, en las condiciones internas 31externas de Ch.ile, ninguna otra forma de encar ar el proceso se podria haber intentado; pero aun asi, las caracterl sticas del apoyo obrero ta.mpoco podrtan haber sido otras. HoJI por hoy, la mayorta de los observadores de derecha t ienden

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