Interrogations - anno III - n. 7 - giugno 1976

TROTSKI Y ESPANA en ser demasiado bolchevique. El lenguaje que emple6 siempre en su prensa y en sus mttines, no era el mas adecuado para hacerse escuchar por los trabajadores cenetlstas. Sin embargo, su error capital -en el que participaron todas las otras organizaciones, empezando por el trotskism~ fue el de juzgar a la Uniôn Soviética y al Partido Comunista segun criterios que ya estaban superados. En efecto, continuaba predominando entonces la idea que la U.R.S.S. seguia siendo un Estado obrero, al que cabia criticar objetivamente, pero asimismo defender. El P.O.U.M. comparti6 este punto de vlsta falso. A causa de ello se juzg6 superficialmente la actuaci6n del Partido Comunista de Espafia, considerando sus cambios de tactica como otros tantos errores. En realidad, el error consisti6 en creer que el stalinismo cometia errores, cuando ciertamente su poutica era consecuente con la de la nueva clase social instalada en Moscu. Durante nuestra guerra se estimô que los comunistas hacian la poutica de los republicanos burgueses, siendo asi que hacia su propia politica. No eran los republicanos los que se aprovechaban y se servian de los comunistas, sino que eran éstos los que se servian y se aprovechaban de los republicanos. Tooos los errores cometidos por el P.O.U.M. y que hem.os enumerado -salvo el ultimo, que para Trotski no pod1a ser error ya que lo compartia-, debieron antoJarsele peccata minuta, puesto que jamas Ios aludi6. Su interés, su pasi6n y su persistente ofuscaciôn recayeron en otras cuestiones mas facllmente polémicas, por tanto mas superficiales e tntrascendentes, a las cuales aplic6 impertérrimo su esquema de la revoluc16n rusa sin aceptar la mas minima modificaciôn. Cabe preguntarse si esa terca lntransigencia no ocultaba en ultima instancia una incapacidad real para poder alcanzar el fondo del problema, que no era otro que el de la nueva clase social que habla surgido en el seno del Estado soviético y que logr6 lnstalarse en la direcci6n del mismo. Por eso sus crtticas, a veces atinadas, en general no ofrecian perspectiva alguna y termtnaban por ser discurso vacio o letra muerta; otras veces se transformaban en pura abstracc16n, en irrealidad, en algo que aunque lo pareciese no era. de nuestro mundo. Por no querer o no poder encara.rse con la realidad sovlétlca, para Trotski la crlsis del comunlsmo era slmplemente una crisls de direcciôn; bastaba, pues, con desalojar a Stalln y a su pandilla para que el movimlento comunlsta. lnterna.cional y la 73

RkJQdWJsaXNoZXIy MTExMDY2NQ==