IGNACIO IGLESIAS existi6, ni existe, ni probablemente existirâ un tipo unlco de partido obrero ideal -con una 11nea fundamental y una politica justa-, capaz de conducir a los trabajadores, de la mlsma manera que la nifiera conduce al nifio de la mano ordenandole lo que debe hacer y lo que le esta prohibido, hasta el soclallsmo. Me parece que ya va siendo hora de acabar de una vez para siempre con toda esa palabrer1a, que ha causado no poco dafio a todos esos grupos y grupitos que se han creido o se creen todavia ser los depositarios de la verdad absoluta, y en consecuencia se comportan como pésimos pedagogos y como revolucionarios pasivos, sin participaci6n real en las Juchas sociales. Si, sin la menor duda el P.O.U.M. cometi6 errores antes y después del 19 de julio de 1936, aunque no correspondan a los denunciados por Trotski y Ios trotskistas. Error fue, creo, el no haber aprovechado el reingreso en la C.N.T. de los sindicatos «treintistas», acordado en el Congreso que esta ultima celebr6 en Zaragoza, en mayo de 1936, es decir, en visperas casi de la guerra civil, para intentar hacer lo mismo con los sindicatos de la F.O.U.S., controlados por militantes poumistas; en todo caso hubo que intentarlo inmediatamente después del 19 de julio, antes que se estableciera la sindicalizaci6n forzosa· y la C.N.T. estableciera un acuerdo tâcito con la U.G.T. que practicamente dejaba de lado a la citada F.O.U.S. El preclpitado lngreso de ésta en la U.G.T., s6lo sirvi6 para dar a la organlzaci6n ugetlsta un realce e importancia que no tenta ni merecia en Catalufia, de lo cual se aprovech6 pronto el stalinismo. La pol1tlca slndlcal del P.O.U.M. fue err6nea y lo pag6 luego duramente. Tampoco fue acertado, a ml julcio, el nombramiento de Andrés Nin como consejero de la Generalidad, ya que era absolutamente necesario en la secretaria politica del partido, de la misma manera que lo eran en la dlrecci6n algunos de los dirlgentes enviados al trente al mando de los millclanos. El P.O.U.M., organizaci6n pequefia, no pod1a pagarse el lujo. de dlstraer en mil tareas a los mejores de sus militantes. Asimismo err6 al no prepararse adecuadamente para la clandestinldad después de las jornadas de mayo de 1937; se dej6 engafiar por la tregua establecida por el stallnismo, subestimando la fuerza de este ultimo. En fin, su equlvocac16n original fue querer ser, desde el dia mismo de su fundaci6n, el verdadero partldo comunista, el continuador de la tradicl6n bolchevique, preclsamente en unos tiempos en que el comunismo se habla desacreditado y en que el bolchevismo s6lo servia para obtener la aversl6n de las masas anarcosindicallstas. Trotski reproch6 al P.O.U.M. no ser un partido bolchevique; mas su defecto verdadero conslst16 72
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