IGNACIO IGLESIAS son las de Trotski. Este, desde Noruega prlmero y desde Méjico después, crltica sin conoclmlento de causa y sin disponer de informaciôn seria. Y sus delegados que van a Barcelona, en lugar de estudiar sobre el terreno la verdadera situaclôn y extraer las concluslones necesarlas, repiten en la capital catalana lo dicho por Trotski a miles de k116metros. Es decir, no son ellos los que desde Espafla informan a Trotski, sino que es Trotski el que a distancia informa a los que estan en Espafla. Lo curioso del caso, dlgno de estudlo pslcol6gico, es que cuando Trotski reclbe de sus enviados unos informes en los que éstos se Umitan a reproduc1r lo que aquél les dijo en sus cartas o art1culos, el viejo revolucionario cree conflrmados sus puntos de vista y no ve que es vtctima de una lamentable mistlficaci6n. De esta manera, actuando en circuito cerrado, sin la menor relac16n con la realldad cotldla.na, empei'iados en que los problemas se adaptarân a sus principlos y no los prJncJpios a los problemas, Ios trotsklstas desempeflaron en Espafta o con respecto a Espafta un papel totalmente negativo. No s6lo no actuaron, sino que ni tan siqulera estudlaron a fondo un problema cualqu1era; su papel era critlcar, crltlcar y criticar. Verdad es que no hactan otra cosa que imltar a Trotski, que empeftado en critlcar criticaba todo, hasta lo incriticable. Por ejemplo, cuando reproch6 al P.O.U.M. de disponer de •su propio local, su propia emisora de radio, su propla lmprenta, sus propias :rnJ11c1as,(10), lo cual mostraba una vez mas su supina ignorancia de la realidad espaflola, puesto que todas las organizaciones -hasta las mas reducldas, como el Partido Sindicalista o el Partido Federal- disponian asimismo de sus locales, lmprentas, etc. Por lo demas, Trotski habla olvidado que durante la revoluci6n rusa aconteci6 lo mismo, hasta que los bolcheviques se lncautaron de todo al establecer su dictadura. Mas de una vez nos hemos preguntado los motlvos de lracundla de Trotski contra un partldo que. de todas las maneras, se hallaba mas pr6ximo a sus ideas que cualquler otro; contra unos hombres que hablan milita.do a su lado -como Nin y Andrade-- y que no obstante las dlscrepancias politlcas segutan conservândole gran respeto. Tal vez el hecho de que el P.O.U.M. se cre6 contra el parecer de Trotski -partldario de que se ingresara entonces en el Partldo Sociallsta-, podta explicar en parte esa actltud suya. Pero s6lo en parte y hasta clertos Umites. Creo que la respuesta a nuestra pregunta nos lleg6 afios después, cuando se descubrl6 que la G.P.U. habla logrado lntro- (10) Trotski: La révolution esparnole, pai:. 459. 70
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