Interrogations - anno III - n. 6 - marzo 1976

Resumen La economta japonesa se caractertza por el dominfo monopoHstico de las supergrandes empresas, que ejercen una tnfluencta dectsiva. Este poder no es ni famtliar ni dtrectortal, sino que es ejercido por las propias empresas. Los grandes complejos se crean medtante una forma de propiedaà comûn entre dtversos grupos, que se reparten las acctones. Los dirigentes son meros ejecutivos, CUJ(afuncUm es por lo general ajena a la propiedaà. Tienen relaciones de altama con el personal polttico de carrera Jf con la alta burocracia. La politica de los gobiernos japoneses ha favorecido siempre el desarrollo de los grupos ftnancteros monopoU2adores. La clase dominante -unos 40.000 dirigentes de monopoltos, de poltttcos profestonales y de altos functonarios~ gobterna. Sus miembros no son proptetartos de los medios de producctôn: no heredan nt transmtten sus privtlegtos; tampoco tienen la apartencta de los patronos clcisicos. Pero no por ello dejan de estar en situactôn de influir sobre la existencta de cada individuo, merced a un poder supertor al de los antiguos explotadores. Los medtos de que dtsponen, les permiten dominar una sociedad organizada en grado sumo. Frente a tal sistema, nadie presenta una soluctôn de alternativa. Soctaltstas y comunistas comparten la creencta en la productividad y en una organtzactôn centraltzada, que son esenctales al ststema. La concepciôn de la autogestiôn que sosttenen los ltbertartos es sin duda alguna justa y eficaz, pero se limita a los métodos de decisiôn y de gestiôn. Ahora bien, en una sociedad de extrema centraltzaciôn, la autogestiôn no puede concebirse sin una t-mpugnactôn radtcal de las bases mismas de esta sociedad y la elecctôn de un camlno total de la condieiôn humana, lo cual es todavta expresado de manera insuftciente. Summary Japan's economy is charactertzed by the monopoltsttc control of the giant corporations whose influence ts dectstve. This power does not proceed /rom some famtltes: it ts directly wtelded bJf these very enterprises. Through common ownership, vartous share-holding corporations form a broader combination. The leaders are executives whose functions generally do not control propertJ(; they are allied with the career politicians and the upper bureaucracy. The policy of Japanese governments has always favored the development of monopoltstic finance companies. The ruling class consists of about 40,000leaders of monopoltes, professional politictans and higher civil servants; it governs, but its members are not the proprietors of the means of production; they do not transmit their privileges nor have they inherited them; they do not look Hke the classic master. But they have an influence on the life of each tndividual that is far superior to the anctent exploiters. They have at their dtsposal the resources that enable them to control an extremely organiud society. No one of/ers an alternative solution to such a sJ(stem. Soctalists and communists share a same belief in producttveness and centraliud 68

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