RAMON PUIG respecto a 1936. Las antiguas generaciones fueron aplastadas Y sus organizaciones declaradas ilegales; pero han surgido nuevas generaciones, que han reanudado la Jucha en condiciones nuevas. Es cierto que por el momento, como sucede inexorablemente en todo periodo de clandestinidad, el sector mas avanzado de la clase obrera aparece dividido en grado sumo: la CNT en dos sectores, la UGT en otros dos, el Partldo Sociallsta en dos o tres, el movimiento comunista en cuatro o cinco partidos, sin contar las «asambleas» y otras organizaciones nuevas, que en principio se proponen reunir a distintos grupos pero que las mas de las veces sôlo Iogran provocar nuevas escisiones. Independientemente de lo que pueda haber -lo hay- de ficticio en esta profusiôn de tendencias, lo indudable es que la clase obrera se busca a si misma, en medio de mil dificultades. Estamos seguros de que el dia que desaparezca la clandestinidad y se pueda discutir a la luz del dia, se borra.- ran no pocas diferencias y se reducirâ ese mosa.ico a sus limites naturales. Desde luego, nos atrevemos a afirmar que a.quellos que creen que cuando Franco desaparezca y Juan Carlos sea proclamado rey cambiarân fundamentalmente las cosas, son en el mejor de los casos unos ilusos. Cuando Franco se eclipse, quedarân en pie el Ejército, la Banca, la burguesia industrial y la gran propiedad agraria,, los cuatro puntales del actual régimen, que contarân adema.s con la ayuda de una tecnocracia cada dla mas importante y experimentada. La coronaciôn de Juan Carlos no acarrearâ. en modo alguno un cambio del actua.l tipo de sociedad. Por eso el Partido Comunista, que desde la terminaciôn de la guerra civil sabe que no sera jamâs una gran fuerza social, es decir, una organizaciôn hegemônica de la clase obrera, se afana en ganar adeptos o simpatizantes entre los que dirigen la economia, los militares, los tecnôcratas, en una palabra, entre lo que con eufemismo denomina la «derecha civilizada», para asi lograr ser en un momento dado una fuerza politica, que jugarâ. el juego de un nuevo régimen «liberah. No hay duda alguna de que los centros de poder del Estado le interesan mucho mas que las fuerzas revolucionarias. A los demâs sectores obreros les corresponde oponerse a esta desviaciôn posible, que de realizarse cerraria una vez mâs el camino a la clase trabaj adora. 30 de junio de 1975. 50
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