HELENO SAÑA Esta situación anómala, abiertamente dlscrlmlnatlva, ha sido criticada a menudo por los sectores más progresistas de la opinión pública alemana. Asl, por ejemplo, el diputado socialdemócrata Hans Mattho!er: «Los extranjeros con domlc1llo en un distrito electoral pagan Impuestos. A mi Juicio tienen exactamente como los alemanes, el derecho a con!lilr sus Intereses a los diputados competentes y a plantear problemas, discutirlos y pedir consejo. Tienen el derecho de exigir a sus diputados que defiendan sus intereses ante las autoridades, ante la ley y ante los empresarios. La necesidad de atender a los extranjeros es incluso más perentoria que la de atender a los alemanes, pues aquellos tienen más probleinas que éstos y poseen menos ·experiencia y protección en el trato con los estamentos públicos• (7). Otro critico escribe: «Los trabajadores extranjeros carecen de facto de derechos polltlcos, son ciudadanos de segunda categorla. Están sometidos colectivamente a una discriminación legal que en muchos casos sirve de base para la dlscrimlnaclón fáctica a nivel social. Quien carece del derecho electoral esta condenado al mutismo politlco> (8). Y el conocido comentarista politlco Theo Sommer: «Los trabajadores extranjeros estan excluidos en gran medida de nuestra opulenta democracia social. Tampoco se benefician mucho de nuestra democracia polltlca. Su experiencia cotidiana se compone de discriminación social y de arbitrariedad por parte de las autoridades• (9). En teorla, la Ausliindergesetz no niega a los extranjeros ciertos derechos politlcos elementales, como libertad de opinión, libertad de reunión o de coallclón. Pero en la pr'1ctlca, la actividad pólltlca de los inmigrantes está restringida, a priori, por una serie de cláusulas muy severas y, a posterior!, por la arbitrariedad de los órganos ejecutivos. «La actividad pol!tica de los extranjeros puede ser restringida o prohibida cuando as! lo exija el mantenimiento de la seguridad y el orden públicos, el desenvolvimiento pacifico de la confrontación polltlca u otros Intereses especiales de la Repúbllca Federal Alemana.> Este párrafo de la Ausliindergesetz permite a las autoridades impedir legalmente toda actividad pol!tlca que les resulte incómoda. (7) Frankfurter Rundschau, 25 de sept. de 1973. (8) Pavlos Bakojannis, «Robote1· der Deut.schen», en Die Zelt, 10 de m·arzo de 1972. (9l Theo Sommer, «Nlgger, Kults oder Mitblirger?», en Die Zelt, 6 de nbril de 1979. 68
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