Interrogations - anno II - n. 2 - marzo 1975

- F. GOMEZ-PELAEZ ci6n particular, pues que enlaza con el presente y es lo que mas debe preocuparnos. Se le pregunta « 1,Nopuede renacer el movimiento anarquista?», y he aqu1 la respuesta del camarada jefe: Non, c'est fini, comme partout ; c'est un processus irréverslbie. Il peut subsister des petits groupes, comme ceux de Barcelone, qui n'étaient pas connus avant qu'lls n'attaquent des banques. Il peut y avoir des groupes gauchistes. Mais les questions ne se posent plus comme en 1936-1939... Je l'ai dit à Genève : nous allons jouer le jeu démocratique. . . (p. 26). Veamos eso despacio. Desde la guerra aca, el P.C. ha enterrado infinidad de veces al anarquismo espafiol, y sin embargo. . . ahi esta vivito y coleando. No goza de publicidad, sobre todo cuando se trata de su reinserci6n en las luchas cotidianas, pues éstas, corno las promueven gente nueva y no muy preocupada de las etiquetas, se prestan a la especulaci6n de los especialistas del Agit.-prop. Pero la presencia de los anarquistas, o anarcosindicalistas, o, si se quiere, sindicalistas revolucionarios es evidente en todas partes y a ella suelen hacer menci6n, si no los grandes rotativos o la tele, los informes mas o menos reservados de organizaciones nacionales o extranjeras. En papeles marxistas-leninistas incluso se ha llamado algunas veces la atenci6n sobre las corrientes antiautoritarias o aut6nomas de caracter obrero que, '1nt1uidas por el anarcosindicalismo, van minando el terreno a las Comisiones Obreras. Carrillo no ignora este fen6meno, pero, por conveniencia, ensaya de caricaturizar al anarquismo retiriéndose a los atracos de bancos. El truco es viejo y no pocas veces los comunistas han intentado servirse de él para aislar al anarquismo del movimiento obrero. Hasta hemos conocido un ministro de la Segunda Republica, famoso por sus desplantes, que calific6 a los cenetistas de «bandidos con carnet». Curados, pues, de espanto la indecencia de Carrillo podr1a pasarse por alto. Pero es oportuno sefialarla, no ya por su mero caracter denigrante para esos «grupos de Barcelona~ en los que puede identificarse a los j6venes amigos de Salvador Puig -el ultimo agarrotado por Franco-, sino por la odiosa intenci6n de desacreditar en su conjunto al anarquismo, o sea todo un movimiento que cuenta el mayor numero de victimas en la lucha contra la dictadura. Carrillo, repetimos, es consciente de que el anarquismo no se ha acabado, ni mucho menos. Sin duda se expresa menos organizadamente que otx:as tendencias, y en particular que el Partido Comunista, pero eso es facil de comprender. La organizaci6n libertaria, aun sin referirnos mas que a la rama cenetista -que ha conocido en la época franquista la mas dura repres16n, con veintitantos comités nacionales y docenas de 58

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