F. GOMEZ-PELAEZ un militante obrero, y aun estando enfrentado en la lucha merec1a mayor respeto. La cerdada es, pues, tanto mayor por cuanto no tiene siquiera la excusa del arrebato espontaneo: en el Partido no le son permitidas a los dirigentes espontaneidades semejantes. Esos ex abruptos fueron escritos al dictado y luego corregidos y aumentados, exactamente igual que los que, afios mas tarde, escribiera la hija de Comorera. El embaucador pierde, pues, el tiempo buscandose disculpas, por cuanto cualquier iniciado sabe que la insidia filial, nueva entonces para los espafioles, era habitual en Rusia desde los comienzos del estalinismo. El propio difamador viene luego a aportarnos la prueba de la inverosimilitud del acto espontaneo al relatarnos c6mo hizo las paces con el ofendido padre: ... quand nous avons élaboré la polltlque de réconciliatlon natlonale, en 1956, la d!rectlon du Parti, Dolorès Ibarrur! et Jes autres camarades m'ont d!t : Pulsquc c'est la réconcillation nationale, pour quelle ralson n'lrals-tu pas te réconclller avec ton père ? Alors, dans ces c!rconstances, j'ai renou~ ave: mon père. Donde hay capitan -que dice el proverbier- no manda marlnero. Santiago tuvo necesidad del «amable, consejo politico de la Direcci6n para decidirse a visitar a su padre en un hospital de Charleroi. Y bien, después de la calculada operaci6n aun tiene el tupé de decirnos que, en sus ultimos momentos, el denigrado Wenceslao «s'est rapproché de nous,. Se anex6, muerto, a Durruti; luego al padre ... Con la comparua del Opus se anexara hasta el Esp1ritu Santo. RESCOLDOS DE LA DERROTA A UNQUE pueda parecer margina!, cabe volver a lo del Consejo Nacional de Defensa, pues no es justo que cuesti6n tan combatida por el Partido siga en el aire. La referencia que Carrillo hace de las preocupaciones de Togliatti, coincide en parte, no completamente, con las manifestadas por Negr1n ante los responsables mllitares al volver a la zona Centro-Sur. Ambos pensaban que, res1stiendo algun tiempo, nuestras perspectivas se transformartan favorablemente al producirse el enfrentamiento europeo. Sin embargo, por inevitable que fuere, ni las potencias del Eje ni las llamadas democraticas ten1an el menor interés en enfrentarse mientras no quedara sofocado el siniestro de Espafia, de modo que la esperSi pod1a hacerse larga, largu1sima, y la resistencia era imposible. Quedaba, pues el recurso de la negociaci6n, prop6sito reiteradamente manifestado 56
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