F. GOMEZ-PELAEZ Otra cosa omite aqui premeditadamente Carrillo, o sea el porqué de los controles establecidos en la carretera de MadridValencia. El lector ocasional -no el que sigui6 o por lo menos se ha informado luego de este episodio- puede imaginar distintas razones, pero no la de su verdadera motlvaci6n. Esta, en cambio, es facil de expllcar: el Gobierno deleg6 sus funciones en la Junta de Defensa al decidir su traslado a Valencia, y cuando se puso en marcha el plan de evacuaci6n una infinidad de funcionarios y personajes de toda suerte emprendieron sin justmcaci6n alguna -a no ser la del «ahi queda eso,- la fuga bacia el «Levante feliz>. Semejante desconcierto era previsible. Precisamente en el primer Consejo de ministros -en que participaron los representantes de la C.N.T., el 4 de noviembrefue planteada la cuesti6n del traslado gubernamental, a lo cual estos compafleros se opusieron resueltamente: «Si el pueblo esta dispuesto a defender Madrid -proclamaron- debemos estarlo también nosotros,. Nadie se asoci6 a esa posici6n, pero tampoco se resolvi6 llevar adelante el programa de evacuaci6n oficial. El dia 6, llegados los fascistas hasta las puertas de Madrid, se replante6 el traslado, pues segun el presidente y ministro de la Guerra no habia salvaci6n, a no ser que llegaran refuerzos, pero, 6de donde -pregunt6 el hombre con acentuado pesim!smo- vamos a traer esos refuerzos? Se habl6 entonces, corno ultima esperanza, de Durrutl, y uno de los ministros confederales ofreci6 s'u concurso: «Si el Consejo lo estima necesario tré inmediatamente a ver a Durruti para que venga con su columna a defender la capital.> Hubo acuerdo instantaneo y el ministro aludido abandon6 el Consejo para cumpllr la misi6n. Se sigui6 luego dando vueltas a lo de la evacuaci6n oficial, sin conseguir que los tres representantes llbertarios que alH quedaban cedieran en su oposici6n. Entonces el presidente dijo que no hab1a mas salida que la de la crlsis, aunque fuera, en aquellos momentos, una catastrofe. Asi, pues, contra el criterio de los llbertarios, se decidi6 la marcha del Gobierno a Valencia. Como es de comprender, este acuerdo produjo una gran confusi6n, no s6lo entre los combatlentes y vecinos de Madrid, sino en toda la zona antifascista e incluso fuera de las fronteras, pues, aun invocando razones estratégicas, era facll deducir que la capitai estaba a punto de caer en manos de los facciosos. No dudamos que en Madrid todos los responsables hicieron en esas horas cr1ticas los esfuerzos necesarios para asegurar la defensa y evitar la desbandada. Desde luego, los llbertarios -aunque zascandlles corno Carrillo quieran deformar la reall48.
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