ULTIMAS SEMANAS el enemigo no pudiera incautarlo» (45). Los asistentes a la reunión debieron escuchar a Negrin con estupor y contenida indignación. Nadie creia en sus palabras y menos aún en sus promesas. Resultado: todos los jefes militares presentes en la reunión coincidieron en la imposibilidad material de proseguir la guerra, mostrándose partidarios de acabarla lo antes posible, antes que se produjera un derrumbamiento que consideraban inevitable; el almirante Buiza fue todavia más explicito, puesto que afiadió que la Escuadra estaba decidida a abandonar las aguas jurisdiccionales espafiolas, si no se firmaba rápidamente la paz. Parece ser que hubo, empero, una excepción, la del general Miaja, que quizá deseaba mantener la leyenda que se habla creado en torno a su persona merced a la defensa de Madrid, pero que en su fuero interno pensaba otra cosa, como pudo comprobarse unos dias más tarde. Comentario de Modesto: «Los jefes del Ejército e!itaban en el complot, salvo Escobar y Morlones, que luego lo aceptaron como un mal menor» (46). A partir de entonces, todos ellos, en particular Casado, llegan a la conclusión de que cabia actuar con rapidez para hacer naufragar los propósitos de Negrin y de los comunistas, apartándolos definitivamente de la dirección poutica del pa1s. El coronel Casado lo reconoce en sus «Memorias>: «La conferencia de Los Llanos sirvió para que los mandos militares nos reafirmásemos en nuestra decisión, tomada con anterioridad, de eliminar al Gobierno del doctor Negrin, que carec1a de legitimidad, y de tratar de negociar la paz directamente con el enemigo. Al regresar a Madrid estaba convencido que era urgente dar un primer golpe, antes de que se nos adelantasen los comunistas. Al fin y al cabo, los mandos militares éramos, en esos dramáticos instantes, el único poder legitimo de la nación» (47). Precipitó esta decisión de Casado y los suyos las medidas adoptadas por Negrin concernientes a los mandos militares, que, como ya hemos dicho, tras diversas tergiversa- (45> Obra citada, pág. 646. Ahora resulta que ese material ya no estaba en Francia, sino desparramado por China, Colombia y Méjico. Confieso que no entiendo tal embrollo. . . (46) Juan Modesto: Soy del Quinto regimiento. Col. Ebro, París, 1969, pág. 285. Señalemos de pasada que la Pasionaria, que miente como respira, afirma en su citado libro (pág. 468) todo lo contrario: según ella los jefes militares consideraron que podía resistirse cuatro o cinco meses más, salvo Casado, el cual arguyó que como Madrid no podría defenderse había que evacuar todo a Cártagena y organizar ali! la resistencia. (47) Pueblo, Madrid, 30 de octubre de 1967. 30
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