1GNACIÓ IGLESIAS general Berna!, jefe de la base naval de Cartagena. Refiere Tufí.ón de Lara: «Negrin les explicó que el Gobierno babia tomado las medidas adecuadas para que llegase el material de guerra ya comprado que estaba en otros paises. Habla más: en previsión de que las grandes potencias reconociesen al Gobierno de Burgos, se babia transferido ese material a paises cuyos Gobiernos eran amigos (Méjico, Colombia, China) con objeto de que el correspondiente permiso del gobierno !rnncés -que opuso «lentitud y trabas», sefialó Tufión de Lara-, llevarlo por fen-ocarrll, atravesando toda Franela, hasta Marsella, donde terminó por ser depositado. Como se ha dicho y repetido que ese material llegó poco antes de la pérdida de Cataluña, cabe aceptar que todo lo narrado, desde la orden de Negrin a Hidalgo de Cisneros hasta la llegada de ese materia a Marsella, se efectuó en el tiempo récord de menos de mes y medio, lo cual se nos antoja poco menos que imposible. Me lncllno a creer que posiblemente habla en Franela algo de armamento, pero no en la cantidad que se ha propagado y ni tan siquiera procedente todo de la U.R.S.S. El comandante Jesús Salas Larrazábal, que ha contado con amp!la Información procedente de los archivos militares franquistas, escribió en su obra La guerra de España desde el aire (Ed. Arle!, Barcelona, 1972, pág. 423) lo que sigue: «Negrin aseguró a Casado que habla en Francia, preparado par<1 pasar a España, 600 aviones de procedencia rusa., pero eso no puede ser creído; es cierto que se esperaban unos sesenta Ratas, y que se habían comprado en Estados Unidos unos cuantos Seversky y Bella.nea, y otro material en diversos países, pero este material no podía llegar a tiempo, ya que sólo podía venir por barco, pues no podía esperarse el paso en vuelo, desde Francia o Argella, cuando el Gobierno Daladler ya estaba en negociaciones con el Gobierno de Franco.» Veamos, por último, este asunto en su aspecto económico. Hidalgo de Cirneros dice que el material obtenido merced a su gestión tenia un valor de 103 mlllones de dólares y que el Gobierno republlcano, en sus cuentas con la U.R.S.S. sólo contaba con un saldo que no llegaba a los 100.000 dólares; hubo, pues, que considerar esos 103 millones de dólares como una operación de empréstito. Ahora bien, Marcellno Pascua, que fue embajador de la República en Moscú afirmó (Cuadernos para el Diálogo, Madrid, Junio-Jullo de 1970) que Negrfn le pidió gestionase de la U.R.S.S. «la concesión de toda urgencia de un empréstito por monta de unos 60 millones de ctólares, puesto que la situación económica era (verano 1938), según me dijo, muy critica, y las disponibilidades de Hacienda para hacer frente a los elevados gastos de material de guerra y otros abastecimientos estaban a punto de extinguirse». Tal empréstito fue finalmente concedido. Por tanto sirviesen o no esos 60 millones de dólares para pagar parte de los 103 mlllones a que ascendía el costo del material negociado por Hidalgo de Clsneros, el caso es que la República, que únicamente contaba con un saldo Inferior a 100.000 dólares, quedó adeudando a la Unión Soviética 163 millones de dólares, suma de ambos empréstitos. Sin emba1·go, Pravda del 4 de abril de 1957 publlcó una Información afirmando que el oro que había depositado en Moscú el gobierno republicano habla sido totalmente utilizado, por lo que la U.R.S.S. otorgó a éste un crédito de 85 millones de dólares, de los cuales habían sido pagados 35 millones, quedando, pues, una deuda del gobierno español de 50 millones de dólares. ¿Seria ese crédito de 85 millones el que el embajador Pascua habla negociado por un valor de 60 millones? En todo ca.so, Pravda no alude para nada a ese otro empréstito de 103 millones de dólares, importe del material en cuestión. ¿No será que, en realidad, no hubo tal venta de material de guerra, no obstante lo que nos ha contado el comunista Hidalgo de Cisneros? Es lo más probable. 29
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