ULTIMAS SEMANAS Unos cuantos dias antes se habla celebrado en un pabellón del aeródromo de Los Llanos (Albacete) la reunión que Casado habla sugerido a Negrin. Estuvieron presentes los altos mandos militares siguientes: el general Miaja, jefe del Grupo de Ejércitos; el general Matallana, jefe del Estado Mayor de dicho Grupo; el general Menéndez, jefe del Ejército de Levante; el general Escobar. jefe del Ejército de Extremadura; el coronel Morlones, jefe del Ejército de Andalucia; el coronel Casado, jefe del Ejército del Centro; el almirante Buiza, jefe de la Flota; el coronel Camacho. jefe de las Fuerzas Aéreas de la zona, y el no: 600 aviones, 500 cafiones y 10.000 ametralladoras». Tufión de Lara (obra citada, pág. 640). por su parte, ofrece los detalles siguientes, sin duda para dar mayor verosimilitud a su afirmación: «En diciembre de 1938, la U.R.S.S. vendió al Gobierno republicano, mediante una operación de empréstito, gran cantidad de material de guerra, que fue embarcado en siete buques en Murmansk con dirección a Burdeos. La lentitud y las trabas opuestas por el Gobierno Daladler' hicieron que aquel material no sirviese para nada. Cuenta Hidalgo de Clsneros que, cuando llegaron -en piezas- los primeros aviones, de los 250 que enviaba la U.R.S.S., ya no habla en Catalufia aeródromos donde poder montarlos.» En efecto, refiere Ignacio Hidalgo de Cisneros (Memorias, volumen II, págs. 445-448) que en diciembre de 1938, «unos dfas antes de esta gran ofensiva fascista contra Ca talufia» -atención: unos dfas antes y no unas semanas antes-, por tanto, hacia eJ 15 de diciembre, puesto que la ofensiva contra Catalufia se inició el 23, Negrfn le ordenó salir para Moscú al objeto de pedir al gobierno soviético el envio a Espafia de «250 aviones, 250 tanques, 4.000 ametralladoras, 650 piezas de artUlerfa, y asf sucesivamente en estas proporciones», relación que a Hidalgo de Cisneros le pareció «fantástica». (Recordemos que más fantásticas son todavía las cifras dadas luego por Negrfn y reproducidas complacientemente por Tamames: 600 aviones y 10.000 ametralladoras.) Lo curioso del caso es que, por lo visto, Stalin aprobó sin titubeos el pedido en cuestión, cuyo Importe total «era, si mal no recuerdo, 103 millones de dólares», no obstante quedarle ni gobierno republicano, en sus cuentas con la Unión Soviética, un saldo que «no llegaba a los 100.000 dólares», según cuenta Hidalgo de Clsneros. Ya va siendo hora de preguntar: ¿Cómo es posible que la U.R.S.S. decidiera enviar todo ese material a mediados de diciembre de 1938, es decir, cuando después de la batalla del Ebro la suerte de la República espafiola ya estaba echada y cuando tras la reunión de Munich Stalin habla sin duda acelerado sus negociaciones secretas que culmlna.rfan meses después con el tratado germano-soviético? ¿Y cómo es que habiendo suspendido prácticamente sus envíos desde hacia meses -según escribió Azafia «hubo un lapso de seis u ocho meses en que no entró en Espafia ni un kilo de material ruso»-, se decide a hacerlo en diciembre, a última hora, cuando el Ejército republicano está casi con el agua al cuello? Todavía otro aspecto de la cuestión, que es necesario dest~car: el jefe de la aviación de la República, Hidalgo de Clsneros, fue llamado por Negrfn hacia el 15 de diciembre, como hemps visto; salló inmediatamente para Moscú, se entrevistó con Stalin y su petición de material fue aceptada; la relación del mismo habrá sido enviada luego a los organismos soviéticos competentes, los cuales tuvieron que reunir armamento y aviones; hubo, a continuación, que transportar todo hasta el puerto de Murmansk y embarcarlo «en siete buques»; una vez zarpados los barcos, tuvieron éstos que salir del Océano Glacial, navegar frente a las vastas costas noruegas hasta adentrarse en el Atlántico, descender después por el Mar del Norte, atravesar el Canal de la Mancha y bajar hasta Burdeos; desembarcar alli el material tras haber obtenido 28
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