IGNACIO IGLESIAS frentes de guerra y entre las unidades en ellos estacionadas, del que no obtuvo respuesta; le expuso que esa clase de maniobras continuaban, ahora para apoderarse de todos los mandos militares; finalmente, le reprochó su politica de resistencia, no obstante saber que no se cuenta con los medios necesarios. «Usted sabe muy bien que los combatientes que se encuentran en Francia después de la pérdida de Cataluña, no volverán, como tampoco volverán las armas que han quedado en poder de las autoridades francesas. Asimismo sabe que ningún gobierno nos ayudará, que no recibiremos armamento de parte alguna, que no encontraremos más que obstáculos por todas partes» (43). Y todav1a agregó: «Usted sabe perfectamente que la guerra la tenemos perdida y que cabe buscar una salida airosa». ¿Qué le respondió Negr1n, que según Mera «habla escuchado sus palabras impasible, sin que produjeran en él la menor emoción o desasosiego:,,? Pues lo mismo que le dijo a Casado d1as antes: que hab1a hecho todo lo posible para entablar negociaciones con el enemigo, sin conseguir nada, por lo que no quedaba otra politica que la de la resistencia a ultranza. «Para llevarla a cabo -añadió- cuento con miles de cañones, ametralladoras y morteros, con más de quinientos aviones.» Mera, asombrado, le pregunta: «Y todo ese material, ¿dónde está?'> Respuesta de Negr1n: «Lo tengo en Francia» (44). (43) De las ((Memorias» de Cipriano Mera, aún inéditas. (44) Vale la pena referirse a esta cuestión, puesto que cuantos han Lratado de defender la polftica negrinista, estigmatizando la creación del Consejo Nacional de Defensa, han insistido en afirmar que en Francia habla un valioso e importante depósito de material de guerra procedente de la Unión Soviética, que Negrín esperaba poder trasladar a la zona Centro-Sur; ésta, pues, contaba o podía contar con el armamento necesario para poder prolongar al menos la resistencia durante unos cuantos meses. Digamos, ante todo, que aunque tal material haya existido, su re::uperación era pura, ilusión, sobre todo a partir del 27 de febrero, fecha del reconocimiento por parte de Francia del Gobierno del general Franco. <Recordemos que según el apartado segundo de los acuerdos firmados entre ambos Gobiernos, el francés se comprometla a entregar al de Burgos «las armas y material de guerra de todas clases pertenecientes ni gobierno enemigo o que le estaban destinadas». El Gobierno republicano pasaba a ser «Gobierno enemigo».) Pero, a decir verdad nos asalta una duda: ¿existía en realidad ese material procedente de la Unión Soviética? Bastantes historiadores de la guerra civil española no dicen nada a este particular; tampoco Zugazagoitia hace la menor alusión, no obstante estar al corriente de las adquisiciones que se efectuaban' puesto que era entonces el secretarlo general del Ministerio de Defensa. En cambio Tamames (obra citada, págs. 323-324) afirma que después de la reunión de Munich, en septiembre de 1938, «los envios soviéticos de armamento se vigorizaron de nuevo», dando además por buena, sin más ni más, la afirmación de Negrln de que contaba con mucho material, Jo que le hace escribir: «en Marsella estaban acumulándose los mayores envios que •hasta entonces había realizado la U.R.S.S. en •auxilio del· Gobler-
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