Interrogations - anno I - n. 1 - dicembre 1974

lGNACió IGLtSIAS tivo; no tiene en qué apoyarse» (12). La descripción de Garcia Pradas es todavia más gráfica: «El Gobierno no se atrevió a residir en Madrid, ni en Valencia, ni en ninguna parte. Anduvo de un lado para otro, reuniéndose en hoteles, comandancias militares o casas de campo, y gastando gasolina en huir de su propia sombra. Ahora bien; aquella inestabilidad, aquella inquietud, estaban perfectamente calculadas y coincidian con los secretos intentos de Negrin. No teniendo residencia fija, evitaba, por una parte, que el Frente Popular, cada organización o cada partido, le plantease reclamaciones, y por otra conseguia que todo el mundo se acostumbrase a las idas y venidas, a los extraños movimientos que un dia le serian necesarios para organizar un golpe de fuerza contra el pueblo antifascista» (13). Los componentes de ese curioso Gobierno que no gobernaba deambulaban, pues, de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo sin tener nada que hacer, sin participar en nada, sin conocer la situación militar, sin enterarse de la evolución politica, sin saber qué se proponia Negrin, al cual censuraban agriamente en privado para callar como cartujos en su presencia. Desairado papel el suyo, aceptado a regañadientes a causa de las incertidumbres que ofrecia el próximo exilio y que sólo Negr!n podria remediar. Perdida Catalufta, ¿qué pod!a hacerse en Madrid para proseguir la guerra? Nada o muy poco; en realidad, la capital estaba condenada, en tiempo breve, a convertirse en una verdadera ratonera, de la que resultaria dificilisimo salir. El propósito de «defender a la Espafia no invadida» carecia de posibilidades y Negrin lo sabia, como lo sabian todos sus ministros. Según Prieto, Ramón González Pefia, ministro de Justicia y presidente del Partido Socialista, manifestó el 16 de febrero, sólo tres o cuatro dias después de haber lanzado el Gobierno su proclama: «Desde luego, el ambiente que se respira por estos contornos, tanto en el elemento militar como en el civil, es de liquidación, si bien algunos tratan de velarlo con el antifaz de la resistencia. Sin embargo, la gente más optimista está preocupadisima en cuanto al desenlace de esta situación. [ ... ] A mi juicio, y conste que es un juicio personal, interesa que las personas influyentes de nuestro Partido y del movimiento obrero, tanto en Francia como en Inglaterra, sondeasen a los gobiernos respectivos para saber cuál es el criterio que acerca de la terminación de esto tienen; pues yo, al menos, espero con temor que aguarden a que inicien una nueva ofensiva los facciosos para, en presencia de 02) Obra citada, pág. 244. 03) Obra citada, pág. 25.

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